viernes, 23 de diciembre de 2011

Un Adiós

Cada primavera, cuando el hielo se derrite, uno a uno van floreciendo los capullos, cada uno en su lugar, cada uno dando un toque de color a la vista semiblanca del lugar.

Cuando sale el sol, el susurro de las aves se convierten en una perfecta sinfonía, uniéndose al viento entre las ramas de los arboles.

Entre el viento que sopla en la colina, se ven volar las mariposas, esas de hermosas alas de color que parecen congelar el tiempo con su vuelo, capturando en él, la belleza del universo y llevando consigo el deseo de mil amantes.

El delicado aroma de las flores, el bello canto de las aves y el polvo mágico del vuelo de las mariposas, todos despiertan los sentidos del cuerpo y los instintos del alma.

Cada primavera, cuando el hielo se derrite, el espíritu se llena de esperanza, nuevas oportunidades de aprender, de conocer y de enseñar, la posibilidad de renacer en lo grande y de crear en lo mínimo; deseando, así, una eternidad perpetua, que nada termine… que nada tenga fin…

Pero ahora, las flores han cerrado sus capullos, las aves han dormido y las mariposas han migrado, el aire no despierta los sentidos, sólo nos deja a la expectativa de lo que vendrá.

Se acabo mi primavera. Los arboles han dejado caer sus hojas naranjas. Sólo espero que caiga el primer copo de nieve y deje en mi memoria los recuerdos de esas primaveras perpetuas que parecían no tener fin.

Tuve esperanza, aprendí, conocí, enseñe, renací y cree; ahora descanso y espero que pronto pase el invierno y pueda volver a vivir mi primavera en una tierra nueva.

Escrito en el año 2009, antes de mi Partida Rover

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