En un infinito escarlata, donde el palpitar del corazón se
convierte en unísono con los pasos de mis pies… llevando en las manos el
impulso para continuar y dejando atrás la eternidad, más lejana que el destino
mismo…
Al ritmo de ese rojo eterno, mis pies te buscan, mis manos llaman a
gritos y mis ojos te aspiran… pero sola, he de seguir caminando, por una senda
sin rumbo y con el vago recuerdo de tu sonrisa desdibujada en el reflejo de un
sol de verano…